Yo era un niño extraordinario,
lo que comúnmente llamamos: “una desgracia”.
La sangre en la boca me sabía a “poco me sacia,
mamá, mira a ver si hay algo en la farmacia."
Yo fui un niño cabrón,
escupiendo sangre al patio y rogándole al cielo:
"yo no quiero ser Alberto, mi mayor anhelo
es que el rebaño encuentre en mí a su hermano gemelo".
Hice el ridículo intentando mimetizarme,
y entre desconsuelo y desconsuelo me nació
una simiente de anarquía que germinó.
Y entre desconsuelo y desconsuelo nací yo.
El resto es historia,
asumí mi diferencia, rechacé el rebaño,
y, sin tener que renunciar a este perfil extraño,
encontré la manada a la que aún acompaño.
Pero no quería contar nada de eso,
yo lo que quería decir
- como si fueras a entenderlo -
es que estoy hasta la polla de resolver mi vida solito.
Esta vez
ayúdame.
Frank Morris
Frank Morris
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